ME PESCÓ UN RECUERDO

Hay días en los que el alma prefiere no salir de la cama.
Hay días en los que ponerse las botas de lluvia es un desatino. 
El alma lo sabe y es por eso que, a veces, se queda en la cama aunque las botas se calcen y vayan igual. 

Mi alma seguía durmiendo cuando me acurruqué esa noche en la cama.
Intentaba descansar, pero cuando cerré los ojos, en la oscuridad, vi marrón clarito. 
Marrón clarito. Sin más. 

Parecía agua sucia, agua de río. Vi a través de esos ojos y recordé, como si fuera yo la que nadaba, a una pequeñisima mojarrita que había pescado cuando tenia solo 5 años. Esa pececita estaba perdida en algun lugar de mi memoria y del agua marrón que brotaba por mis ojos. 

Repaso con alegría y miedo el ritual de la pesca. Había algo en la esperanza de la espera que nunca dejaba de deslumbrarme. Primero solo quietud. De repente la boyita que súbitamente se movía buscando el fondo. El agua marrón que la tragaba, a veces por completo, y entonces un tirón en seco para devolver la boya al aire y a la mojarra, mi mojarra, fuera del río. 

Recuerdo que esa pececita fue especial, no terminó empanada en harina y fritada como los demás peces que limpiaban y cocinaban mis papás. La guardamos en un frasco lleno de agua de río y fuimos juntas 140 KMs hasta la Capital, donde una Eliana, mucho menos marrón, iba al jardín. 

Recuerdo las tardes mirando fijamente las miguitas de pan rallado hundirse en el agua. Recuerdo las ganas de comer de mi mojarra, que contra todo pronóstico se aferraba a lo poco que le quedaba. Recuerdo llevarla al jardín y recuerdo también el frío, el frío de ese otoño. 

Tampoco olvido el día en que la cargamos nuevamente en el auto. Aún hoy puedo ver, desde arriba, a mis botas amarillas pisando el barro de la costa. Y vuelvo a recordar también el frío, el frío de ese otoño. Creo estar a solas con ella y el frasco y el agua marrón frente al río, aunque, a veces los recuerdos necesitan mentir un poco.

Recuerdo el agua del frasco volviendo a la del río.
Recuerdo a mi mojarrita escabullirse como una gotita más. 
Recuerdo verla cada vez más tenue hasta volverse agua en el río. 
Agua. Río. Marrón clarito. 

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