Puro fuego de un origen incierto, oscuro pero nunca negro.
De esas olas que se calman por fuera (a veces) pero se alborotan apasionadas desde dentro.
El paralelo con el mar parece casi utópico, pero pocas cosas me motivan tanto como tomar esa imagen para metaforizarme.
Lo más admirable de las metáforas es que cobran vida en la finitud, y sin embargo viven en la eternidad del pensar.
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