¿Qué esconden las palabras que decimos sin pensar?, ¿de qué hablan las canciones que no paro de escuchar?
Dicen siempre lo mismo, dicen que mi inocencia se ha perdido y ya no hay vuelta atrás.
Amaral.- Tarde de domingo rara.  

Tiene muchas nenas, arropadas con vestidos de diferentes colores, encadenadas a sus arboles, arboles azules, en compañía del cielo estrellado.
De pies y manos; no son de las que gritan, sino de las que esperan el momento oportuno para mover las piernas lejos del monarca. En su inocencia infantil reside las ganas de escapar, y de vez en cuando, alguna lo logra.
Traviesas, sonríen descaradas cada tanto y solo con el filo de los dientes rompen las ataduras.
En su jaula vive ese bosque y esas nenas.
Pero su majestad sabe que más allá de los barrotes no hay colores para ellas, ni atmósfera que las soporte más de dos saltos. Y en el caso de que alguna sobreviviera al más allá, la jaula tendría nueva dueña.
La secuencia siempre se repite: un momento de descuido, un par de sonrisas, el vestido volando a la par de las piernas de la criatura, la incipiente caída al vacío, el rescate de alguna rama azul, y de vuelta al cautiverio.

Todavía no comprendo la fortaleza de su insistencia, ni de su existencia. Tal vez la perseverancia resida en el recuerdo de un día soleado y la esperanza de un cercano amanecer. Siempre las calmó el amanecer, pero irónicamente disfrutan más el hecho de ver el sol caer.
Y cantan, cantan silenciosamente su verdad y se burlan del encierro, argumentando su libertad, y su presunta importancia lejos de ese lugar.  
Todo lo que causa sensación de molestia en nuestra existencia tiene una descarada razón de ser.
No creo que conozcas ni de la geografía de la que hablo, aun así de modo imperceptible seguro tengas algo que se le parezca por ahí, en lo profundo del yo.

Puro surrealismo, sabia que alimenta al bosque y en este caso a su dueña.



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