¿Qué iba a explicar? Sabía que aquella pluma que faltaba colocar en su lugar no podría jamás mantener el equilibrio, aquello que latió durante tantos años en ella iba a ser la plomada que destruyera toda esa ceremonia.
Pero reía, reía de la misma forma que lo hizo durante toda vida, con una sinceridad brutal, brutal como todo aquello que dejaba entrever salido de su pulso.
El juicio llegó un poco tarde, ya había pisado, destruido y vuelto a edificar todo aquello que había tocado. Ya no importaban las palabras, no quedaba más que una risa traviesa y una mirada inquisidora al pensar que haría su juez con aquello que iba a desestabilizarlo para toda la eternidad.-
En la eternidad de las risas reverbera la mejor expresión.
ResponderEliminarMuy lindo.
Gracias Mati, siempre es muy gratificante saber que hay alguien del otro lado leyendo lo poco y absurdo que a veces puede brotar de uno.
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