Olvido selectivo. Miedo a la memoria. Apretar las manos para olvidar. La mente no es una cinta regrabable. No se puede reescribir un recuerdo doloroso con las cenizas de una sonrisa. Y aunque fantasear con la idea nos de algo de tranquilidad, ¿qué sería de nosotros? ¿qué sería del mundo si solo recordásemos lo placentero? Tropezaríamos más de dos veces con la misma piedra y ni siquiera el aprender tendría sentido.
Dar paso a los recuerdos es un tanto peligroso, un trago agridulce, pero querer esconder ciertos momentos como si fuera polvo, bajo una alfombra no es la opción más acertada.
Nada pasa en vano, absolutamente nada, el yo no es más que una suma de conceptos, a lo sumo una desintegración, pero nunca una resta, porque no hay nada en el planeta que desaparezca como si no hubiera existido, y ni el tiempo es capaz de dar por desaparecido algo, porque no hay nada en la ecuación de la existencia que no sea el resultado de todo lo pasado.

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