EL NUDO

Abrí el placard y ahí estaba, esa chalina que había quedado sin oficio, desde la noche del nudo, mi nudo. Por supuesto que no estaba olvidada, llevaba apretado un recuerdo, y es por eso que se transformaba en una de esas cosas que a pesar de no tener cerca iba siempre conmigo.
Entre un par de gotas que le robé al mar, decidí que era el momento de liberarla, de liberarme (obviamente que a mi no se me iba a ser tan sencillo).
Con poco pulso y la mirada borrosa rompí la atadura. Fue un poco cómico, no se si fue la forma en que se hizo, o el tiempo que paso hasta que lo desarme pero costó bastante..
La sensación que siguió fue rara, es esa mezcla de libertad y de tristeza de saber que hay cosas que nunca se recuperan. Había algo que a pesar de todo no se perdió, y eran las marcas que había dejado, infinitas arrugas en el paño, que no estaba acostumbrado a pertenecer a semejante tirantez.
Recuerdo lo incomodo que era sacar a pasear a mi olvidado regalo, ese enlace la hacia tan inutilizable, a pesar de todo me daba mucha paz y hoy, cuando me la volví a probar comprendí cuanto extrañaba esa sensacion de saber que no era tan mia. Ahora es mucho más fastidioso, me pesa en los hombros el entierro de un recuerdo que como sus pliegues se va a perder en el tiempo

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